Ser felices, es algo que está a nuestro alcance y depende de si nos acercamos o no a Dios. Para ello es necesario que tomemos tres decisiones: primero temerle, respetarlo como a Dios, segundo servirlo con sinceridad, tercero apartar de nosotros toda idolatría; haciendo entonces que el Señor sea nuestra heredad, de esta manera en comunión con Él y con la inocencia de quién sabe que su padre Dios le ama, ser felices no será sólo una idea sino una realidad.