GAP
Poseedores de una tóxica sencillez emergida de temores fundados, concesionarios del Aeropuerto de Tijuana decidieron doblar las manos y cumplir con sus obligaciones.
Hace más de un mes ejecutivos del Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP) liquidaron más de 34 millones de pesos que adeudaban por concepto de consumo de agua.
A pesar que el director del GAP Raúl Revuelta Musalem acudió a media decena de noticieros para desacreditar las acciones de la autoridad estatal, este hombre debió pagar hasta el último centavo que debían.
El escandaloso adeudo por concepto de consumo de agua incluyó imágenes indignantes sobre las descargas de aguas negras que el GAP vertía a cielo abierto.
Si bien los concesionarios pagaron lo que debían de agua potable, hasta hoy no se sabía que el Aeropuerto dejó de lanzar sus aguas residuales a un arroyo pluvial que termina en la canalización del Río Tijuana y finalmente al mar.
Ante el escandaloso silencio de la autoridad, Cicuta le preguntó el pasado miércoles al gobernador Jaime Bonilla si continuaban las descargas contaminantes del Aeropuerto.
El gobernador Bonilla informó que ahora la terminal aérea descarga en un colector que almacena las aguas negras.
Más tarde esos residuos son colocados en camiones que los trasladan a un confinamiento de residuos.
En pocas palabras, don Raúl Revuelta Musalem debió reconocer que los servicios deben pagase y el medio ambiente respetarse.
Y el Aeropuerto de Tijuana es solo un ejemplo de una cantidad incontable de empresarios y comerciantes que, por influyentismo o por sobornos, pagaron cuotas mínimas a cambio del suministro de agua.
Las auditorías realizadas han puesto los reflectores sobre ellos exhibiéndolos como corruptos.
Tan enojados están por la descobijada que muchos de ellos están dispuestos a cualquier cosa con tal de “acabar” con el gobernador Bonilla.
Ellos no soportan que Bonilla muestre públicamente fotografías o videos de sus negocios y mucho menos que exhiba su nombre y apellidos.
La mañana del miércoles Cicuta le preguntó al gobernador cómo lidiaría con la furia de estos empresarios al acabársele el poder.
Su respuesta fue que no tenía miedo, pues si bien es empresario, también es cierto que ahora le toca ejercer los mandatos ciudadanos.
Además, dijo a Cicuta, yo no tengo adeudos con la autoridad y en mi desempeño como gobernador no se han dado contratos de publicidad ni beneficios oficiales a mis empresas.
De regreso al tema del GAP, debe ser jugosísimo el ingreso que reciben los concesionarios del Aeropuerto que acallaron el escándalo de su falta de pago.
Por eso los invadió una extraña sencillez al pagar su millonario adeudo al gobierno estatal y suspendieron su tiradero de aguas negras.