Con demasiada frecuencia nos preocupamos de lo que piensan quienes nos rodean, acerca de nosotros. En pocas palabras, vivimos del qué dirán. Y esta inclinación resulta altamente perjudicial. Tremendo equívoco. Lo que verdaderamente nos debe inquietar, es lo que piensa Dios de nosotros. Eso marca la diferencia en la forma como pensamos y actuamos.
Escuche este tema en el Programa “Vida Familiar”con Fernando Alexis Jiménez. ¡Una voz de fe y esperanza para la familia!
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