Jn. 15,12
"Os he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa. Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando".
Dos realidades estrechamente unidas: la amistad y la alegría. Cuando hay amistad, la alegría se multiplica y las penas se reparten. Este es el fruto de la amistad: la alegría del amor. "Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca". El fruto es el amor que permanece.
La amistad se define por aquello que une a los amigos, de manera que la mejor amistad es la que nos hace buenos.
¿Cómo es mi amistad? ¿Soy consciente de que Cristo me llama amigo? Si soy amigo de Jesús, podré dar un fruto que permanezca, amando de verdad a mis amigos.