Dante y san Agustín. Descubrir la historia de mi vida como historia de salvación.
Reconocer el profundo deseo que llevamos en el corazón que nos quiere llevar a una vida de comunión con Dios.
Dios mismo ha puesto en ti ese deseo, que es su sello. Te ha mirado con cariño y te llama por tu nombre.
¿Estoy dispuesto/dispuesta a dejarlo todo para seguir a Jesús más de cerca?
Acógete al Corazón Inmaculado de María para dar una respuesta valiente y generosa a ese deseo.
¡Que Dios te bendiga!