Es muy importante poder entender que no hay nadie perfecto, ni siquiera tú. No existe ninguno que lo sea, ni alguno que tenga la fórmula perfecta para ser el mejor en todo. Y cuando asumimos esa realidad, somos más gentiles, teniendo en cuenta que todos tenemos nuestras virtudes y nuestras faltas.
Hay muchas personas perfeccionistas. Tratan de hacer todo, lo mejor que pueden. No es malo, pero debemos estar claros en esto: Si exageramos, los excesos pueden ser dañinos. Buscar la perfección en las personas, es trabajo en vano. Sin embargo, tratar de hacer las cosas con perfección puede lograr que superemos las expectativas.
Si quieres esperar a tener la pareja perfecta para casarte debes saber que pierdes tu tiempo. No hay nadie perfecto. Hay quienes gustan de alguien con humor, personas muy activas e inventivas y hay quienes desean una persona que les traiga paz. Muchos buscan estabilidad en una relación y para algunos eso puede significar aburrimiento.
El hecho de saber que no existe la perfección en el ser humano no debe ser excusa tampoco para no querer mejorar. Si sabemos que tenemos actitudes negativas o conductas indeseables, debemos tratar de corregirlas. Y son procesos por los que todos pasamos. Es bueno entender que algunos necesitan cambios más complejos que otros.
Cuando se habla de perfección en la Biblia, se trata de un aprendiz en busca de la perfección. De hecho, Pablo lo explica claramente cuando hace referencia a que no ha sido perfeccionado como su Maestro, pero prosigue en ello. Buscamos la perfección, pero no somos perfectos.
Filipenses 3:12 (RVR 1960)No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo.