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Creo que gran parte del sentimiento de culpa que sentimos las madres vienen de la presión social o la idealización de la maternidad. De alguna manera se espera que las madres siempre estemos de buen humor o llenas de energía para cuidar y atender a nuestros hijos. Incluso nosotras mismas al convertirnos en madres, asumimos nuestro papel dedicándonos en cuerpo y alma al cuidado de ellos. ¿Cómo no hacerlo? Es nuestra responsabilidad y lo hacemos con el inmenso amor que las madres solemos tener.

Pero justamente el pensar que la maternidad es siempre color de rosa y que debemos sentirnos plenas todo el tiempo, hace que nos cueste entender que es válido tener ese espacio para mimarnos o hacer lo que nos gusta. De alguna manera sentimos que estamos fallando o que no estamos haciendo "bien" las cosas porque queremos una pausa, un tiempo, un momento para descansar y desconectarnos de todo.

La realidad es que la maternidad suele ser muy demandante y con jornadas larguísimas. Ya lo comentábamos en otro artículo donde hablábamos acerca de las 98 horas a la semana que trabajan en promedio las madres. Es un trabajo constante en el que no paramos desde que amanece hasta que caemos rendidas en la noche. Y como tal, llega un punto en el que nos sentimos cansadas, agotadas e incluso quizás, un poco hartas de correr de un lado para otro sin parar.

Todo mundo nos dice cómo podemos ser una mejor madre, pero nadie nos dice que es válido sentirse cansada y desear estar un momento a solas, sin escuchar ni ver a nadie más. Así que si un día sientes que no puedes más y necesitas un descanso, no te sientas mal. Eres humana, no robot.