En los últimos dos siglos y medio, parte de la panorámica parlamentaria ha sido la figura de escribas, transcriptores o taquígrafos que desde entonces han permitido registrar y divulgar debates, argumentos y -si los hay- acuerdos de las sesiones parlamentarias. Dar constancia de quiénes estuvieron presente, qué propusieron, cuáles fueron los argumentos de quiénes se opusieron, siempre encierra un sentido de posteridad que toda institución colegiada aprecia.
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