Al final de la historia el pieblo de Dios es el vencedor. Tenemos al Todopoderoso de nuestro lado, pero no podemos ignorar las maquinaciones de Satanás. Conocer al enemigo nos ayudará a tomar armas más efectivas contra él. La Escritura nos manda a ponernos el Yelmo de la salvación, tomar la espada de la verdad y a orar fervientemente en el espíritu; estas son las armas que nos ayudarán a ganar la batalla.