Palabras del Pr. David Paz (hijo): Mientras escribo estas líneas escucho a mis padres cantando en el alero de su casa “Cristo es la peña de Horeb que está brotando”. Él tiene 90 años y ella 82, esta semana tuvimos el privilegio de verlos cumplir 60 años de casados, en pleno uso de sus facultades, con salud y alabando al Señor. Admito que todo esto pudiese ser un sueño o ideal al que todo matrimonio desearía llegar. Sin embargo, también puede ser un tiempo muy difícil, muchos matrimonios con menos años de casados experimentan grandes dificultades con su salud, el deterioro inevitable del uso de sus sentidos, de su memoria y facultades motrices. Sin embargo esos no son los principales problemas; a veces las parejas que llegan a esta etapa están llenas de remordimientos, sentimientos de culpa, recuerdos de engaños, malas decisiones, y otras circunstancias que llevan a las personas de la tercera edad a ser quejumbrosas, tristes, e irritables. ¿Dónde está entonces el secreto para que no solamente se pueda llegar a los 40’, 50’ o 60 años de casados con gozo y fe, en donde los recuerdos traigan gratitud, el presente gozo y el futuro visión? Solo algo fuera de la pareja puede proveer algo así, o mejor dicho solo alguien; Dios por medio de Jesucristo. Solo la obra redentora del Señor puede dar al matrimonio una verdadera reconciliación con el pasado, gozo al presente y la firme convicción futura de que lo mejor vendrá cuando estemos en la presencia de Dios, o como diría el apóstol Pablo, matrimonios que le dicen a sus hijos y nietos: “desearíamos quedarnos por causa de ustedes pero partir y estar con Cristo es muchísimo mejor”. Solo cuando podemos decir que el “vivir es Cristo” es cuando a pesar de cualquier dificultad de la edad y la salud, cada día vale la pena vivirlo. Volviendo a mis padres, pido a Dios lo mismo para mi matrimonio, no solamente muchos años juntos, sino muchos años unidos por su amor y su presencia. Quiero que mis hijos un día sientan el gozo que tengo hoy al saber que tuve padres que se amaron, y me brindaron amor, porque ellos primeramente experimentaron el amor de Cristo, dejar un legado intachable de testimonio limpio y elocuente de la gracia y el poder de Dios para transformar los corazones y las familias, y que año que pase, “produzca en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” y que cada día que pase, sea un día más cerca de la presencia de Dios, en otras palabra, que vean reflejado en nuestro matrimonio a Cristo mismo! Fil 1.21, 23-24; 2 Co 4.17