Cuando hablamos acerca de volvernos a Dios, por lo general en lo primero en que pensamos es en pecado, y evocamos la imagen de una persona pervertida y depravada, que vive a la luz de una vida de placeres. La razón de pensar así se debe a los conceptos religiosos que constituyen el yo religioso de nuestra existencia y de nuestras sociedades.
Pero, como evaluaremos en el desarrollo de este material, tal concepción está bastante lejos de la verdad escritural.