En filipenses 2:8 vemos otro más de nuestros peores adversarios en nuestro caminar cristiano. El orgullo es uno de los más dañinos peligros del ser humano, el orgullo solo refleja cuánto amor una persona puede tener por si misma, tanto asi que deja a Dios y a su prójimo a un lado. Aprendamos de Jesús que se hizo humilde, se hizo siervo siendo el Rey de todo y lo dejó todo para darnos el perdón