Hay que desarrollar el hábito de orar. Hay dos posturas extremas que observamos cuando los creyentes pretenden logros espirituales: Una es creer con firmeza en reglas y recetas rígidas y repetitivas, que se convierten en una camisa de fuerza; la otra está representada por quienes andan en una onda supuestamente “espiritual” y piensan que no necesitan guía de nadie porque tienen conexión directa con el cielo.