A los 19 años me enteré que mi historia familiar también había sido atravesada por la memoria histórica de Iximulew (tierra revuelta), Guatemala. Investigadora social porque la memoria de mi abuelo me llevó allí, artista visual porque el arte puede generar nuevos tejidos sociales, fotógrafa del atardecer; lesbiana-feminista y disidente sexual porque lo personal es político, bruja ante los poderes que me heredaron mis ancestras para sanar mi propia historia, la de la violencia sexual. RUDA es mi ofrenda como mestiza y un tributo para mis linajes que no pudieron sanar. Su fuego vive en mi pecho.