El aislamiento nos ha traído fatiga y torpeza social, y buscando evitarlo nos gusta simplificar, ver patrones y tejer experiencias. Empezamos a relajarnos y confiarnos, lo que puede acrecentar los ya existentes riesgos de nuestro aislamiento y poner en serios riesgos nuestra salud y bienestar (físico, emocional y financiero)
¿Qué podemos hacer para mitigar estos riesgos?
Te invitamos a que escuches el artículo de esta semana de Rogelio Segovia y nos compartas tu opinión.
Noviembre 2020