En los últimos episodios hemos venido reflexionando en ser responsables de lo que hablamos y de cómo nos hablamos a nosotros mismos, del impacto que esto tiene en las vidas de los que nos rodean y en nosotros mismos. Por lo tanto, es imperativo mejorar el contenido de lo hablamos y la forma como lo hacemos.
Hace unos 10 años sufría para expresar mis ideas en inglés, cada que tenía que hablar en algún Workshop o una llamada en la empresa o simplemente interactuar en inglés con alguien la pasaba demasiado mal, estaba lleno de inseguridad porque no me hacía entender correctamente, intentaba traducir de español a inglés en mi mente antes de expresarme, en fin, era un desastre. A pesar de los muchos cursos de inglés que había tomado en el colegio, la universidad, clases privadas y en la misma empresa nada me había servido para mejorar mi comunicación hablada… hasta que un día entendí la manera como los niños aprenden a hablar y es que ellos escuchan a sus padres y repiten, no memorizan, asocian palabras con objetos y luego con expresiones más complejas… bueno el tema fue que dejé de “estudiar” inglés y empecé a escuchar inglés, pero escucharlo de manera racional, concentrada y consciente… horas y horas y horas al día, de lunes a lunes… como les había dicho en esa época tenía un jefe que era alemán y me decía que le hablara inglés o alemán, y ese empujón facilitó muchas las cosas… el punto es que la razón principal por lo que mejoré mi comunicación en inglés (lejos de ser perfecta) fue debido a que escuchaba mucho más de lo que podía hablar.
De la misma manera que para aprender un nuevo idioma debemos escucharlo, escucharlo y escucharlo, la manera que mejoraremos nuestra forma de hablar será escuchando, escuchando y escuchando, pero haciéndolo bien. Por algo Plutarco dijo que “Para saber hablar es preciso saber escuchar", o como decían nuestros abuelos "El que escucha consejos llegará a viejo"; ambas frases haciendo énfasis en la importancia de la escucha y de la escucha activa, con sentido de cambio, con humildad, sabiendo que hay una oportunidad de mejora, sin altivez alguna, con deseos de enriquecerte, como quien abre los brazos para recibir un regalo, de manera sincera y honesta con nosotros mismos.