Una de los mayores retos que se están viviendo durante estos días de cuarentena es el ajustar los diferentes sistemas productivos para cumplir la alta demanda de artículos asociados a la higiene, desinfección, limpieza y canasta familiar. De igual manera, los hospitales y clínicas han tenido que extender los turnos de los profesionales de la Salud para ofrecer los mejores servicios a sus pacientes. En paralelo, sigue el reto de reducir o detener el aparato productivo de muchas otras industrias como son el entretenimiento, belleza, aviación, entre otros.
Estas decisiones de aumentar producción o detenerla parcial o por completo, ha sido trasladado a los hogares de los trabajadores de las diferentes compañías, debido al desbalance trabajo-entretenimiento, afectando algunos por la sobrecarga de trabajo y cero diversión y a otros por la ausencia absoluta de trabajo y mucho distanciamiento. En ambos lado de la moneda se ha despertado un enemigo que generalmente se mantenía bajo control, sin embargo, cada día se ha venido haciendo más fuerte, sus efectos se ven en el desgano de hacer las cosas, o en el quejarse por hacerlas, en el malhumor por hacer demasiado o por no hacer nada, en el tedio y monotonía de los días, en la falta de iniciativa por hacer algo diferente, ausencia de creatividad, el dormir más de lo esperado, el comer desproporcionadamente, en el aburrimiento a todo y a nada. Lo peor es q estos comportamientos han venido presentándose a medida que los días avanzan y esto es debido a La Pereza.
Hay un par de frases de Anna Frank respecto a la pereza: “Ganarse la felicidad implica trabajar para conseguirla, y hacer el bien y no especular ni ser un holgazán. La holgazanería podrá parecer atractiva, pero la satisfacción solo la da el trabajo.” Y otra un poco más famosa: “La pereza puede parecer atractiva pero el trabajo da satisfacción”… en ambas la palabra satisfacción y trabajo van de la mano, pero cuando es trabajo desmedido y desbordado no hay satisfacción y cuando es poco o nulo tampoco la hay, entonces la clave está en que debe haber balance con el trabajo para que haya satisfacción, sin embargo, estamos en una etapa donde el orden de las cosas ha sido afectado por un factor externo y está causando estragos en todas partes.
La inercia nos lleva a quedarnos en el estado que estamos y para romperla hay q impartir una fuerza contraria igual o mayor, por lo q se requiere un esfuerzo, lo que a su vez necesita consumo de energía y allí, es precisamente la pereza nos impide convertir toda esa energía potencial en cinética y seguimos allí sin generar ningún cambio. Pero cuando queremos generar un cambio a nuestro estado aparecen las mejores excusas para posponerlo y pasan las horas y los días sin que suceda nada.
Algunas de los comportamientos que causa la pereza en estos días son:
- Ausencia de deseo de hacer lo q se está haciendo. Cuesta levantarse y hacer que las cosas pasen.
- Falta de iniciativa para empezar nuevas cosas.
- Se dejan las cosas sin terminar. Las que se empiezan quedan a medias y no se cierran.
- Ansiedad e inquietud. Hay ideas, pero no hay voluntad para hacerlas realidad y genera ansiedad el no ver algo terminado.
- Baja o ninguna productividad.