¿Por qué tanta gente decidió viajar en automóvil y no en avión después de los ataques a las torres gemelas en Nueva York el 11 de septiembre del 2001? La explicación es que, al volante del automóvil nos sentirnos en control, y aunque se nos muestre que no tenemos influencia sobre las habilidades para manejar de los otros conductores, sobre el clima, el estado de la carretera, o sobre la ocurrencia de problemas mecánicos, seguimos sintiendo que tenemos el control cuando conducimos.
No podemos evitarlo, sentados en el avión pensamos que nuestra vida está en manos del piloto y no en las nuestras; los psicólogos llaman a esto "ilusión de control", un fenómeno evolutivo que aparentemente surge del deseo de estampar nuestra autoridad en el medio ambiente y que explica gran parte de nuestro progreso como especie, desde los inicios de la agricultura hasta las misiones a Marte y más allá. El problema es que no sabemos parar; algunos experimentos muestran que las personas piensan que es más probable ganar la lotería si eligen sus propios números o que les irá mejor en el juego cuando ellos lanzan los dados, cuando al tratarse de juegos de suerte, no podemos hacer ninguna diferencia.
La ilusión de control aumentada por el sensacionalismo de los medios y las redes sociales, puede ser peligrosa para nuestra salud, riqueza, éxito y felicidad y en algunas ocasiones inclusive puede ser fatal. Aunque no podemos predecir la mayoría de las cosas que nos suceden, y mucho menos controlarlas, hay cosas que podemos hacer para minimizar las consecuencias negativas de nuestra incapacidad para predecir. Sobre todo, es esencial entender el papel que juegan por un lado la suerte y por el otro nuestras acciones en la configuración de nuestras vidas.
Nunca podremos quitarnos de encima este intenso deseo de certeza, pero, irónicamente, al tomar consciencia y reconocer que no tenemos control, ganamos control sobre los resultados.
Podemos evitar sorpresas desagradables al tomar un Uber en lugar de manejar cuando hemos estado bebiendo, podemos contratar seguros y hacer planes de contingencia para responder a riesgos identificados, y podemos usar una mascara si tenemos que salir de casa en estos tiempos de pandemia.
Lo curioso es que al renunciar a la sensación de control y poner nuestro bienestar en manos de la aerolínea, sobre la cual no tenemos control, reducimos las posibilidades de tener un accidente. Paradójicamente, al aceptar que nuestro sentido de control es ilusorio, obtenemos mayor control, esta idea, llamada la "paradoja del control" es el corazón de cualquier intento realista por enfrentar la incertidumbre inherente a nuestra condición humana.