El camino del esencialista implica aprender a identificar la diferencia, aprender a
filtrar mediante esas opciones y seleccionar las que realmente son esenciales.
El esencialismo no consiste en hacer más cosas; consiste en hacer las cosas
adecuadas. Tampoco significa simplemente hacer menos por el simple hecho de hacer
menos. Consiste en invertir de la manera más inteligente posible el tiempo y la
energía para dar nuestra mayor contribución al hacer sólo lo que es esencial.”
“En este ejemplo se encuentra la proposición básica del Esencialismo: sólo cuando te
das permiso de dejar de hacerlo todo, de dejar de decirles que sí a todos, puedes
hacer tu mayor contribución a las cosas que realmente importan.
¿Qué hay de ti? ¿Cuántas veces has lamentado haberte comprometido con algo y te
has preguntado: “¿Por qué dije que sí a esto?” ¿Qué tan a menudo dices que sí sólo
para complacer? ¿O para evitar problemas? ¿O simplemente porque decir sí se ha
convertido en tu respuesta por default?
Ahora, déjame preguntarte lo siguiente: ¿alguna vez te has encontrado rebasado al
límite? ¿Alguna vez te has sentido al mismo tiempo excedido de trabajo y
subutilizado? ¿Alguna vez te has encontrado dedicado a actividades menores?
¿Alguna vez te has sentido ocupado sin ser productivo? ¿Como si siempre estuvieras
en movimiento, pero sin llegar a ninguna parte?
”
“Curiosamente, y exagerando el punto para poder dejarlo claro, la búsqueda de éxito
puede ser un catalizador de fracaso. Dicho de otro modo, el éxito nos puede distraer
de enfocarnos en las cosas esenciales que producen éxito en primer lugar.
Podemos ver esto en todas partes a nuestro alrededor. En su libro Cómo caen los
poderosos, Jim Collins explora qué salió mal en empresas que primero estaban muy
bien paradas en Wall Street y que luego colapsaron.[3] Collins descubrió que, para
muchos, haber caído en la “búsqueda indisciplinada de más” fue una razón clave del
fracaso. Esto es cierto para las empresas y para las personas que trabajan en ellas.
Pero, ¿por qué?
Los psicólogos lo denominan “fatiga frente a las decisiones”: cuantas más elecciones
nos vemos obligados a enfrentar, más se deteriora la calidad de nuestras decisiones