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Lucas 4:18-30

Una de las grandes necesidades del ser humano es pertenecer a un grupo, ser parte de una comunidad. Hoy hay cientos y miles de migrantes que se forman para transitar en el país hasta transitar la frontera norte porque su destino es llegar a los estados unidos. En esa vida de migrantes están ansiosos, deseando recibir esa carta de aceptación por el gobierno mexicano, quieren ser aceptados al menos un tiempo en México.

Hay jóvenes que tienen una preferencia sexual distinta y sufren porque sus padres los acepten. Todos queremos que nos acepten y cuando nos sentimos rechazados hay mucha frustración. Hay cristianos en Oaxaca y en Chiapas que han sido expulsados fuera de sus pueblos porque no son aceptados.

Los seres humanos necesitamos que nos acepten. Y aquí Jesús les habla a sus paisanos, y bien les dice que ningún profeta es aceptado en su propia tierra. Los nazarenos estaban molestos porque Jesús sanaba a los de Capernaum y no a los de su propia tierra. Jesús es guiado por el Espíritu Santo y descubre las intenciones del corazón de los nazarenos.

A veces queremos que las bendiciones sean sólo para nosotros y que el Señor no bendiga a otros pero el Señor no tiene favoritismos, acepta a todos y los bendice y esta es una lección para los nazarenos. El Señor es padre de todos.

¿Qué actitud vamos a tener frente al Señor, vamos a querer que nos cumpla nuestros caprichos o estamos dispuestos a obedecerlo o hacer nuestra propia voluntad como los nazarenos? ¿Aceptaremos el propósito de Dios en nuestra vida?

Que Dios les bendiga. Amén