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Mateo 5:4

Nadie quiere recibir consuelo cuando no lo necesita. Cuando estamos enfermos esperamos salud y cuando estamos tristes deseamos ser consolados. Cuando lloramos y sufrimos Dios actúa para brindarnos consuelo. Dios me va a devolver la alegría y va a enjugar mis lágrimas. Una de las causas más importantes del sufrimiento y la tristeza es ver que un ser querido muera. La ausencia del ser querido nos hace sentir la dureza de la soledad en este mundo.

Cuando Jesús se despide de sus discípulos conocía la tristeza que iba a tener por su ausencia. Jesús anticipó la tristeza de sus discípulos y les dijo: No los voy a dejar abandonado. Si me voy les enviaré un Consolador para que los acompañe siempre.

Jesús nos conoce y sabe que nos duele la ausencia de un familiar nuestro y porque conoce la soledad que enfrentamos nos envía su Espíritu, alguien que estará a nuestro lado, un acompañante, un consolador, un defensor y guiador para que esté con nosotros siempre. El Espíritu Santo que algunos no lo pueden recibir porque no lo ven ni lo conoce, pero Jesús nos muestra al Espíritu Santo que estará con nosotros y permanecerá siempre en nosotros. Juan 14:16-17

Dichosos quien sufre la soledad por la ausencia de un miembro de su familia porque enviará un Consolador para que les acompañe y no se sientan solos. El Espíritu Santo ha sido designado por Jesús para estar a nuestro lado y socorrernos en nuestras tribulaciones y necesidades, para fortalecernos, para enseñarnos todas las palabras que Jesús dijo.

Consolar significa aliviar la pena o aflicción de alguien. Dios es el Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo en todas nuestras tribulaciones. No hay ningún dolor que Él no pueda aliviar, no hay ninguna aflicción que el no pueda calmar, no hay lágrimas que no pueda enjugar. Por medio de Cristo recibimos consuelo, él nos advirtió: En este mundo tendrán aflicciones pero confiad, Yo he vencido al mundo.

En todas estas aflicciones tenemos el alivio, la calma y la paz que nos da Jesús. No tenemos que entregarnos al dolor, a la angustia o desesperación, hemos de entregarnos a Cristo para que El nos de la paz que sobrepasa todo entendimiento.

Pablo nos insistió: No se inquieten por nada, más bien en toda ocasión con oración y ruego presenten sus peticiones a Dios y denle gracias y la paz de Dios que sobre pasa todo entendimiento cuidará sus pensamientos.

Eleva una oración a Dios pidiendo lo que necesitas y da gracias y la paz de Dios guardará tus corazones y pensamientos en Cristo Jesús. Confía en Dios en medio de la tribulación. La presencia del Espíritu nos guía y fortalece. Él es nuestro consuelo.  Amén