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Jonas 3

¿Han visto una ciudad violenta donde la sangre corre hasta llegar al río?

En México podríamos pensar en Zacatecas, donde el poder de las armas reina.

Una ciudad así fue Nínive, donde las espadas y lanzas provocaban muertos, probablemente por eso Jonás no quería ir. Pero una vez que salió de la ballena fue a la ciudad a la que Dios le ordenó para darles un mensaje, era un ultimatum, resolución determinante de destruir la ciudad en 40 días. Era una ciudad sanginaria, acumulando riquezas y despojando a los pueblos débiles.

Jonás emprendió su misión y anunció que sería destruida Nínive. El pueblo reconocieron que era un profeta de Dios, valoraron el ultimatum divino y proclamaron un ayuno general en la ciudad, se vistieron con ropas ásperas y se sentaron sobre cenizas demostrando que estaban arrepentidos por su conducta y violencia hasta esos días.

Jonás no esperaba una respuesta semejante de la ciudad de Nínive, pensaba y creía que Nínive debía ser castigada sin misericordia por sus crímenes contra el pueblo de Israel.

Para sorpresa de Jonás, Dios vió las obras de la gente del pueblo, vió que se habían arrepentido de su mala conducta y también cambió de opinión y no ejecutó la amenaza que había pronunciado para la ciudad.

Es de sabios arrepentirse y cambiar de opinión. Los ninivitas creyeron a Dios y se hincaron delante del Omnipotente, el Señor los vió y decidió no destruirlos.

El corazón quebrantado y humillado son la ofrenda que Dios recibe. ¿Qué haremos nosotros? Jesús nos llama a arrepentirnos de nuestra conducta violenta y que nos convirtamos de nuestros malos caminos.

Es la hora de cambiar de opinión y arrepentirnos procurando respetar a los demás, perdonar a los demás y amarles así como el Señor nos ha amado.

Amén