Salmo 63
La presencia de Dios y su palabra son aliento y vigor para nuestras almas cansadas cuando la enfermedad, las debilidades y las angustias nos turban nos desaniman y en algunos casos nos derrumban.
El alma se entristece y debilita cuando vivimos la incomprensión, indiferencia y rivalidad de quienes están alrededor nuestro. El rey David sufrió la rivalidad de su hijo Absalón quien pretendía matarlo y quedarse con el trono. Huyó solo al desierto afligido y triste. Al ver la tierra árida pensó que así estaba su alma. Buscó a su Dios y sabe que Él solamente podría saciarlo como el agua a la tierra.
El que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, dentro de él se convertirá como un manantial que le dará vida eterna.¿Estas cruzando por un desierto y tu alma se encuentra turbada? Es momento de invocar a Dios, Él es el agua que satisface nuestra alma.