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Mateo 2

Hay que encomendarse a Dios en medio de la violencia en que vivimos, eso dijo el gobernador de Zacatecas esta semana. La violencia no ha dejado de existir en la Tierra y Dios libra de la espada y de la muerte a quienes le buscan y acuden a él para pedir su protección.

El nacimiento de Jesús provocó una ola de violencia que azotó la región de Judea y sus alrededores, probablemente no hay un episodio más sangriento relatado en la Biblia que el que acabamos de leer, niños de 2 años fueron arrebatados y muertos a espada, corrió la sangre hasta el río por órdenes del rey Herodes. ¿Cómo llegó a reaccionar así el rey Herodes?

Llegaron los sabios a donde la estrella se detuvo y arrodillándose le adoraron ofreciendo oro, incienso y mirra. Advertidos en un sueño no regresaron por el mismo camino a sus regiones. José permaneció en Egipto hasta la muerte de Herodes, Dios protegió a su Hijo, a José y María. Los soldados seguían las órdenes sanguinarias del rey Herodes, mientras que los ángeles custodiaban la vida del niño y sus padres, librándolo de una muerte prematura.

José fue humilde a la revelación de Dios y obedeció las órdenes de los ángeles, al igual que los sabios de oriente que siguieron las instrucciones al no regresar por el mismo camino.

Hay dos actitudes frente al niño rey que nació, por un lado quienes buscan adorar al niño y reconocerle, obedeciendo las instrucciones de los ángeles, mientras otros lo vieron como un rival, como una amenaza a su poder y autoridad y por lo tanto había que deshacerse de él.

¿Qué harás con el niño rey que nació? Lo adorarás como el Rey de tu vida y serás humilde a su dirección o lo verás como una amenaza a tu ambición, a tus planes?

Los sabios se arrodillaron y lo adoraron. Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. El rey Herodes fue muerto mientras el niño rey indefenso acompañado de José y María pero custodiado por los ángeles del Señor escapó de la matanza de Herodes. Los sabios de oriente que adoraron al niño también escaparon de la ira de Herodes y de la muerte que les esperaba.

Adoremos y honremos al niño Jesús y el Padre nos librará de los peligros que nos acechan en este mundo. Si te postras, te arrodillas y ofreciéndole tu vida, el Padre te cuida enviando a sus ángeles a que nos cuiden y protejan como lo hizo con el niño Jesús.  Amén