Lucas 3:3-14
El profeta Juan pasó por los lugares del río Jordán predicando el arrepentimiento.
Bautismo significa sumergirse en agua y significaba una ruptura con la vida anterior, la aceptación de una nueva vida y la introducción al pueblo de Dios, era una señal de limpieza que presuponía la confesión y el perdón.
Juan el bautista llama a judíos a bautisarse pero propone una nueva manera de entender esta práctica tradicional, si un gentil se unía a la religión judía, bautisándose, ahora Juan llama a los judíos a bautisarse para formar una comunidad que esperaba el reino de Dios habiéndose arrepentido.
No pensemos que esta práctica externa, por sí sola, bautisarse, es suficiente para mostrar arrepentimiento y volverse a Dios. Algunos judíos se justificaban que eran descendientes de Abraham, justificándose con palabras, pero la conducta contradice las palabras. Cuando Juan vió que su generación se escondía y se justificaba con palabras, pero sus hechos eran malvados, les llamó raza de víboras. Vemos hoy quienes cuidan su salud física pero no su salud espiritual.
Juan llama al arrepentimiento, a bautisarse y comportarse de tal modo que se han vuelto al Señor. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se hecha al fuego. Hechos son amores y no buenas razones. Si decimos que vamos a volvernos a Dios, hemos de hacerlo con hecho, con todo el corazón, con toda la vida. Aquellos que se volvieron a Dios le preguntaron a Juan qué tenían que hacer y les respondió actuar conforme la voluntad de Dios, a compartir con otros, compartir el alimento, no extorsionando ni calumniando, hacer el bien.
El Señor viene pronto, por eso hay que prepararnos y volvernos a El con todo el corazón. Vuélvete a Dios, confiesa tus pecados y obedece sus mandamientos. Hagamos obras que muestren que nos hemos arrepentido. Preparémonos! Amén