Salmo 49
Hoy la muerte recorre el mundo infundiendo miedo a toda la humanidad. Hay temor a contagiarse, a enfermar y a morir.
Hoy algunos piensan que sus riquezas o sus avances científicos podrán protegerlos contra el jinete de la muerte que acecha cuando Jesucristo es quien ordena la ruta de este jinete.
Jesús nos persuade a no tener miedo cuando vemos que el jinete de la muerte avanza en todo el mundo. No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.
El jinete de la muerte recorre el planeta en diversas formas: en la violencia entre humanos, el hambre, las epidemias y las fieras de la tierra.
¿Vamos a tener miedo a la muerte? ¿tendremos miedo a los violentas delincuentes que roban y matan y confían en sus riquezas? ¿tendremos miedo a la epidemia? ¿al hambre? ¿a las fieras de la tierra?. El miedo nos mueve a actuar con precaución, hay que ser prudentes y escuchar lo que dictan las autoridades.
No tener miedo no significa actuar como suicidas irresponsables creyendo que somos inmunes, no tener miedo es poner nuestra confianza en Jesucristo quien tiene las llaves de la muerte y obedecer las instrucciones de las autoridades para prevenir un contagio.
Los hijos de Coré pronuncian la sabiduría de este salmo y se cuestionan. ¿porqué he de temer en tiempos de desgracia cuando nos rodea la muerte en sus diversas formas? Nadie puede salvar a nadie ni pagar a Dios rescate por la vida, tal rescate es muy costoso, ningún pago es suficiente, nadie vive para siempre sin llegar a ver la foza, nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual y sus riquezas se quedan para otro….
Es un hecho que la muerte nos sucede a todos, que ni siquiera los poderosos y ricos podrán escudarse con otra ella cuando confían en sus recursos. La misma muerte que le ocurre a los animales también nos pasa a nosotros.
El hombre no es superior a los animales, todo es absurdo y todo va hacia el mismo lugar, todo surgió del polvo y al polvo volverá.
Si confiamos en Dios y su hijo Jesus, el destino final de nuestra alma no es el polvo si no habitar en la presencia de Dios.
Jesús también nos confirmó: No se turbe su corazón, confíen en Dios y confíen en mí, en el hogar de mi padre hay muchas viviendas, voy a prepararles un lugar porque vendré para llevármelos conmigo.
Jesús afirmó, yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí vivirá aunque muera y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. (Juan 11.25-26)
Confiemos en quien murió y resucitó y está a la derecha del Padre y ruega ahora por nosotros.
Amén.