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Lucas 2:21 40

Para algunos ser anciano es una etapa de ocio y de actividades que no son relevantes, otros ven la senectud, ser anciano en este país comienza a los 60 como el inicio de la jubilación las enfermedades y también la soledad. Quienes alcanzan los 70 y 80 años visualizan más cerca la muerte. Pero la edad física no hace al anciano, todos conocemos a jóvenes que parecen viejos y a viejos con vitalidad de jóvenes. Lo que hace la diferencia es la actitud frente a la vida, según la psicóloga Virginia Satir.

¿Qué actitud tenemos frente a la senectud o a los últimos años? Hay quienes la ven como una etapa de deterioro física y mental que impide realizar muchas actividades y por eso no quieren entrar a esa etapa, sin embargo no tiene que ser así. La psicóloga Satir afirma que la capacidad para aprender aumenta con la edad y la mente continúa el crecimiento cuando recibe estímulo. Además el cuerpo demuestra una capacidad de regeneración cuando se encuentra complementado por una elevada autoestima, relaciones satisfactorias y amorosas.

En este texto de Lucas, vemos que hay dos ancianos con vitalidad de jóvenes encuentran al niño Jesús en el templo, Simeón y Ana. El Espíritu Santo estaba con Simeón y le dijo que no moriría hasta que viera al hijo de Dios, oró agradeciendo a Dios que le cumplió la promesa y satisfecho de haber visto la salvación de Israel, vió la luz que alumbra a las naciones. El anciano Simeón que había acumulado sabiduría divina les dió la bendición a la familia de Jesús y advirtió una vida de sufrimiento.

Ana una profetiza que hablaba en nombre de Dios, que servía con ayuno y oraciones coincidió con la familia de Jesús en el Templo y empezó a hablar de la liberación de Israel.

Estos ancianos tienen vitalidad de jóvenes y tienen una actividad importante, adoran a Dios, asisten al templo, enseñan a otros, los bendicen, oran, ayunan y proclaman a Cristo. Ellos recibieron una bendición porque estaban en el lugar y momento indicado.

Dejamos de recibir las bendiciones de Dios porque no estamos en el lugar ni el momento indicado. Qué bueno es tener rutina para asistir al templo, enseñar la palabra de Dios, para orar por las necesidades de otro, para proclamar a Cristo. Hay que tener una actividad dirigida y la actitud de seguir aprendiendo, hay que adorar al Señor, hay que orar, hay que enseñar a los más jóvenes, esa es la actividad que hay que elegir.

Hay que bendecir a las familias que empiezan su vida familiar, así lo hizo Simeón, bendijo a la familia de José, María y Jesús.

Simeón y Ana vieron al Salvador del Mundo y lo tomaron en sus manos, se encontraron con el Señor.

Dios bendijo igual a Job más abundantemente en su vejez, vivió 140 años y vió a toda su descendencia, por eso hay que esperar y servir al Señor hasta el final.

No renuncies al servicio del Señor, antes que él te indique. Estemos listos para adorar al Señor, asistir a la casa del Señor, para orar y enseñar a quienes necesitan aprender la palabra del Señor. Que Dios les bendiga. Amén