Hebreos 13:3
Duele más el cuero que la camisa, decimos en México, expresión que nos dice que primero están los parientes que los demás, nos ha vuelto indiferentes al sufrimiento que otros viven y podemos ser más crueles cuando decimos de que lloren en mi casa a que lloren en la tuya, mejor que lloren en la tuya. Esta actitud muestra la indiferencia al dolor ajeno.
Dios está abierto para ayudar a todas las personas, Dios no es indiferente al sufrimiento, Jesús prometió consolación para quienes sufren. Aquí el apóstol nos dice : “Acuérdense de los presos, como si también ustedes estuvieran presos con ellos. Piensen en los que han sido maltratados, ya que ustedes también pueden pasar por lo mismo.”
Nuestra indiferencia hacia el dolor de los demás comienza con el olvido, ignorancia que se vuelve insensibilidad y dureza de corazón frente al sufrimiento y necesidad de otros, y podemos escuchar expresiones como “a mí qué me importa el sufrimiento de otros”. De dónde surge esta indiferencia al dolor de los demás? de un corazón duro que necesita conocer el amor De Dios y él es el que puede cambiarnos.
Tienes que nacer de nuevo, insistió Jesús a Nicodemo, nuestra naturaleza humana, llevada por la envidia, egoísmo, rivalidad y maldad necesita ser regenerada por la obra del Espíritu Santo. Al creer en Jesús y entregarle nuestro corazón El derrama su Espíritu Santo en nosotros y transforma la insensibilidad en amabilidad, el egoísmo en generosidad, la envidia en solidaridad, la rivalidad en fraternidad, el odio en amor.
Dios nos ha ordenado que nos amemos unos a otros como él nos ha amado, este es el mandamiento. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron y he aquí todas son hechas nuevas.
Ser empáticos con los otros y ser sensibles con el sufrimiento de los demás es en donde empieza la ACCIÓN que Jesús espera que hagamos.
Que el Señor nos permita ser compasivos, amables, empáticos, generosos, misericordiosos y actuar con quienes lo necesitan y no solo nuestra familia si no con los que no conocemos, compartiendo Su Amor.
Amén