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Lucas 5:27 Después de esto, Jesús se fue de aquel lugar. En el camino vio a un hombre llamado Mateo, que estaba cobrando impuestos para el gobierno de Roma. Jesús le dijo: Sígueme. 28 Mateo se levantó, dejo: todo lo que tenía, y lo siguió. TLA Sin lugar a dudas, la conversión a Cristo es causa de gozo para el verdadero creyente. Leemos que Mateo después de su conversión, dio un gran banquete en su casa. El rey Salomón escribió al respecto: por el placer se hace el convite Eclesiastés 10:19 Mateo considero el nuevo nacimiento espiritual como un motivo de regocijo y quiso que otros se alegra hacen con el. Hay razones para suponer que la conversión de Mateo causar a pesar a sus indiferentes amigos. Veían en su amigo renunciar a una profesión lucrativa ¡por seguir a un nuevo maestro de Nazaret! Su conducta, según ellos era un acto lastimoso de locura y un motivo de tristeza más bien que de gozo. Es que ellos, sin duda, consideraban solo sus pérdidas temporales y no sus ganancias espirituales. Existen entre nosotros muchas personas semejantes a los amigos de Mateo. Hay, en todo tiempo, millares de individuos que al saber que algún pariente se ha convertido al cristianismo, y consideran tal ocurrencia como una desgracia. En lugar de alegrarse mueven la cabeza en señal de compasión. Sin embargo, estamos seguros de que Mateo hizo vienen regocijarse y si tú eres un convertido a Cristo, también debes regocijarse por tu conversión. Nada puede contestarle al hombre que debe causarle tanto gozo, como la conversión al evangelio. Es un acontecimiento mucho más importante que casarse, o llegar a la mayoría de edad, o recibir una gran fortuna. ¡Es el nacer de un Alma inmortal! ¡Rescatar del infierno un pecador! ¡Pasar de la muerte la vida! ¡Es recibir el título de rey y sacerdote para siempre! y con él todo lo que uno necesita, tanto en esta vida como en la eternidad. Es ser adoptado en la más noble y más rica de todas las familias la familia de Dios. En esto de la conversión al cristianismo, no hagamos caso de la opinión del mundo, la gente habla mal de cosas que no comprende. Como Mateo, consideremos cada nueva conversión como motivo de gran regocijo. Nunca deberíamos sentir tanto gozo, tanto júbilo, como cuando nuestros hijos, o nuestros hermanos, o nuestros amigos se arrepienten y vienen a Cristo. Las palabras del padre del hijo pródigo deben estar presentes en nosotros: "más, era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado Lucas 1:32. ¡Alegrémonos en nuestra salvación! De autor anónimo adaptado por David González