La historia de Cameron Todd Willingham y Elizabeth Gilbert es un recordatorio poderoso de la fragilidad de la justicia humana. Willingham fue condenado y ejecutado por un incendio en el que murieron sus tres hijas. Aunque siempre sostuvo su inocencia, los errores y la falta de evidencia científica adecuada lo llevaron a un destino trágico. La culpabilidad que se le impuso sin pruebas sólidas es una muestra alarmante de cómo la injusticia puede afectarnuestras vidas.