Adán se esconde. No por miedo a Dios, sino por vergüenza de lo que creyó después de fallar. Dios no lo busca para exponerlo, sino para restaurarlo. Este episodio es para los que siguen activos pero desconectados, cubriéndose con frases como “estoy bien”. Dios sigue preguntando: “¿Dónde estás?” No para juzgarte, sino para sacarte del escondite.