Todos decimos estoy bien, puedo hacerlo solo no necesito a nadie. Pero hay un punto en la vida en que somos honestos con nosotros mismos y nos decimos: No. No estoy bien. Necesito ayuda. ¿Quién podría ayudarme? Es el momento de la reflexión, de la verdad, de ser honestos con nosotros mismos. Y ese instante es decisivo. A
muchos les llega un agotamiento que no los deja avanzar, se sienten frustrados, vacíos y sin esperanza. Han pasado por picos, valles y se sienten perdidos.