La vida muchas veces nos presenta situaciones en las que algo parece irreparable. Ya sea una relación rota, un corazón herido o un proyecto fallido, a veces creemos
que es más fácil empezar de nuevo que intentar restaurar lo que se ha roto. Sin embargo, Dios nos muestra que la verdadera restauración, aunque pueda parecer más difícil, tiene un valor inmenso y un propósito profundo.