Mis padres se separaron cuando era una niña, y desde entonces siempre viví con mi mamá. Aunque nuestra relación con mi papá no fue cercana, de alguna manera
siempre estuvimos conectados. Dos días antes de que mi madre partiera, ella pronunció una frase que, tras su fallecimiento, se convirtió en una instrucción muy clara para mí. Esa instrucción no solo bendijo a mi papá, sino que increíblemente hizo clic en su corazón y todo cambió. Hubo un reencuentro en nuestros corazones; él se convirtió en el padre y abuelo que siempre había
deseado. En ese momento, pude entender y reconocer claramente la misericordia de Dios hacia la vida de mi papá.
Dios nos llama a la reconciliación y al reencuentro en todas las áreas de nuestras vidas. Ya sea con Él, con nuestros seres queridos o con nosotros mismos, Su
amor y gracia están disponibles para sanar y restaurar. Permitamos que nuestros corazones vuelvan a encontrarse y vivamos en la plenitud de Su amor.
