No tengas miedo de hablar con Dios abiertamente y con sinceridad. Él te escucha, te entiende y está siempre a tu lado. Dios desea que le entregues tus cargas y confíes en Él completamente. Como Job, exprésate libremente y permite que el amor y la misericordia de Dios llenen tu corazón. Recuerda que no hay mejor confidente que Dios, porque Él es nuestro Padre amoroso.