Y es que nadie nos enseñó cuál es equilibrio perfecto para relacionarnos, sin invadirnos los unos a los otros, manteniendo en todo momento el respeto mientras ganamos en confianza y cercanía. Poner límites es una acción muy compleja que encierra en sí misma muchas cualidades humanas y, si el ser humano las tuviera plenamente desarrolladas, disfrutaría al 100% de sus relaciones interpersonales.