La escritura es toda mi vida, es mi obsesión. Este vampiro que es mi talento no tolera la existencia de otros pretendientes. Cada día lo cortejo, le ofrezco mi cuello a sus dientes. Este es el sacrificio que requiere el acto de creación, un sacrificio de sangre. Pues solo a través del cuerpo, solo abriendo la carne, se puede transformar el alma humana. Y para que las imágenes y las palabras y las historias tengan ese papel transformador, deben surgir del cuerpo humano, en carne y hueso, del cuerpo de la tierra-piedra, cielo, liquido, suelo. Este trabajo, estas imágenes, que perforan la lengua o los lóbulos de las orejas con espinas de cactus, son mis ofrendas, son mis sacrificios de sangre aztecas.