La soberbia es la raíz de todo mal. Todo comenzó con el enemigo queriendo tomar el lugar De Dios. Quiso tener su propio trono. Esa es la trampa que le tendió a Eva y a Adán, y lo sigue haciendo hasta el día de hoy.
La humildad de Jesucristo es la expresión máxima del amor que vino a romper con todo el poder de las tinieblas. En Él está nuestra verdadera libertad.