La persona que ministra liberación y sanidad del alma, debe ser una persona que tenga un estilo de vida en constante comunión con Dios.
Debe ser disciplinada en una vida de Oración, Ayuno y lectura de la Palabra.
Debe tener una vida balanceada, teniendo en cuenta que nuestro primer ministerio es nuestra familia.
Debe balancear su tiempo para descansar adecuadamente.
Debe tener respaldo de oración de la Iglesia.
La lucha no es contra carne y sangre, y las batallas requieren de un respaldo en oración. El trabajo en equipo es más efectivo.