Mateo, un publicano, cobrador de impuestos fue sujeto de una mirada que le hizo levantarse de la mesa y seguir a Jesús. ¡Qué profunda habrá sido la presencia del Maestro para generar una catarsis en un personaje acostumbrado a lo superfluo del mundo! Siempre es bueno recordar aquellas miradas que inspiran, los gestos que confrontan y las palabras que animan a una vida auténtica y feliz.
Es Jesús quien no ha venido por los justos sino por los pecadores.
Es Jesús que se dirige al interior del hombre con una nueva propuesta, con una nueva vida. No juzga, no acusa, no señala lo perdido que estamos, el pecado que cometimos o la infelicidad en que nos encontramos. Nos mira y nos ama, nos contempla y nos llama. Nos ofrece la transformación de nuestra rutina muchas veces cansada, lastimada y mal querida.
Así te mira Dios, con ternura y compasión... Porque te ama. Intenta quedarte un momento en silencio dejándote amar por Él. Intenta acallar todas las voces y gritos interiores y quédate un instante en sus brazos de amor.
@peregrino_misionero
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