En este episodio quiero compartir una experiencia que me llevó a reflexionar profundamente sobre la vida y la muerte. Durante un vuelo desde Córdoba a Buenos Aires, me enfrenté a una turbulencia que parecía interminable, y en medio de esa incertidumbre, aprendí una gran lección estoica.
- Me tocó viajar en el último asiento, contra la pared y sin ventanas. La tormenta era intensa, con rayos y una turbulencia que hacía que el avión se moviera tanto que el cinturón era indispensable para no golpearse con el techo.
- Mientras muchos pasajeros estaban angustiados, me concentré en leer. Sí, incluso con la tormenta, prendí la luz para leer estoicismo, un hábito que me trae paz.
- Por un momento, empecé a preocuparme, pensando: ¿y si este es mi último vuelo? Pero recordé una frase de Epicteto: “Si ha llegado tu hora, morirás. Si no ha llegado, cenarás, porque es la hora de cenar.”
- La entrega a lo inevitable: En ese momento, me entregué. Si era mi hora, aceptaría el destino. Si no, aterrizaría y seguiría con mi vida. Esa aceptación me trajo una paz increíble.
- Vivir una vida significativa: Según los estoicos, el miedo a la muerte viene de no vivir una vida plena. Me sentí tranquilo porque sabía que estaba viviendo una vida que tiene sentido para mí.
- Impacto en otros sin quererlo: Mi compañero de asiento me dijo que le transmití paz al verme tranquilo y leyendo, incluso en medio del caos. Fue un recordatorio de cómo nuestras acciones, incluso pequeñas, pueden influir positivamente en los demás.
Visualizate en una situación similar: ¿cómo reaccionarías si la muerte estuviera cerca? ¿Sentirías miedo o paz? La respuesta está en cómo estás viviendo tu vida ahora.
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