El fenómeno migratorio no es nuevo, y pese a que existan legislaciones que hoy le brinden un control, desde el evangelio se alza un clamor que traspasa al aparato legal de nuestros países. ¿Con qué estamos más en sintonía? ¿Con las legislaciones migratorias? ¿Con el evangelio? ¿Nos corresponde tener una voz en esta conversación?