Es como se siente el alma cuando es empujada a un encuentro divino confrontando su estado actual con quebranto, soledad, confusión, vacío, tristeza, y agonía. No es un tiempo de reflexión, es más bien una temporada que nos invita a redireccionar el rumbo, la mirada, y es una oportunidad de amor, donde podremos encontrar el tesoro más valioso detrás de lo que se siente como un abandono celestial.