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Hasta el momento he tenido 3 autos.

 

El primero fue un Volswagen gol del año 89, bautizado como el “avispón rojo”, por la velocidad que le metía para llegar del trabajo a la universidad.

 

El segundo fue un Toyota Corolla del año 94, llamado “Jazz”, en honor al lugarteniente de Optimus Prime. Fue un loco total, tuneado, con velocidad, con ritmo, con estilo y mucha fidelidad.

 

El último que tuve fue un Ford Fiesta del año 15, llamado “Kylo”, por el nieto de mi maestro Darth Vader, por su color oscuro, energía, terquedad y capricho de niño de ir a todos lados rápido.

 

Al momento de venderlos, no vendí fierros, motor o una máquina. Los vendí con mucha alegría y pena a la vez, porque al venderlos se fueron mis vivencias, mis experiencias, mis emociones, mis logros, mis éxitos, mis sueños logrados, por lograr y sobre todo, se fue parte de mi, parte de mi esencia y mi corazón.

 

No se trató de vender un auto sólo por intercambio de dinero, en mi caso se trató también de ofrecer al nuevo dueño, la experiencia que vivirán junto a esos autos, la conexión que tendrán con ellos, el compromiso y la entrega; y también los cuidados, el cariño, la seguridad y el compromiso que los autos les exigirán.

 

Y eso es lo que ofrezco al vender cada uno de mis programas financieros, te vendo mi corazón, mi alma, mi compromiso, mis experiencias, mi éxito, mi pasión, mi esfuerzo, mis conocimientos, mi actitud para que transformes tu mentalidad y tus emociones financieras. Te vendo la opción de alcanzar a conectar con tu esencia y lograr el equilibrio financiero que tanto deseas.

 

PD: Conecté con cada auto, porque era yo mismo transmitiendo mis emociones a través de ellos.

PD2: Mis programas financieros están hechos con lo mejor de mi, para que “juntos” logremos tu transformación y empieces a disfrutar de tus finanzas.

 

Un abrazo,

Carlos Eduardo Coach Financiero

(Método Bunga)