Las Cartas a los Tesalonicenses proveen tremendo vistazo de Pablo, como misionero y pastor. Aquí lo encontramos estableciendo en corto tiempo una Iglesia, y en continua oración, preocupado por su crecimiento, desarrollo y ministerio. En estas Epístolas encontramos a un celoso siervo de Cristo, lleno de amor y ardor por una pequeña y creciente iglesia. Ambos fueron fieles, ambos fueron usados por Dios; y ambos se sirvieron mutuamente a la manera cristiana, algo que rara vez se encuentra entre el pueblo de Dios.