Ninguna colección de poemas ha ejercido tanta influencia en la historia de la civilización occidental como el libro de los Salmos. Estos poemas bíblicos, que a la vez son oraciones y plegarias ante Dios, revelan lo más profundo de los sentimientos humanos con los cuales las personas se identifican con facilidad. La dimensión religiosa y profundamente espiritual de estas oraciones ponen de manifiesto la extensa gama de experiencias espirituales que le dan sentido de orientación y pertinencia a la vida misma. En el libro de los Salmos se encuentra la oración personal y la plegaria comunitaria del pueblo de Israel. Y aunque en otros libros de la Biblia se incluyen también oraciones similares, en contraposición al resto de la Escritura, los Salmos presentan esencialmente el diálogo íntimo y extraordinario de un pueblo que se presenta tal cual es ante su Dios. Los fieles llegan ante el Señor, de acuerdo con el texto de los Salmos, en medio de sus experiencias cotidianas, con sus esperanzas, frustraciones, debilidades, fortalezas, virtudes, pecados, aspiraciones, resentimientos y amores. En esta extraordinaria tradición religiosa, los Salmos no pretenden ser, como la literatura profética y la legal, enseñanzas nuevas, sino que expresan los sentimientos más hondos del ser humano, y de esa forma se convierten en desafío, al movernos a entrar en una relación grata, digna, viva, noble y transformadora con Dios.