Ya pasamos San Valentín, ese día comercial tan celebrado por los enamorados, esos mismos que proliferan declarando su amor en las redes. Pero con el amor hay matices, también siguen imperando los reservados, que prefieren vivir el amor a puertas adentro. También están los que están en pareja y son presas de un vínculo tóxico de inseguridad y miedos, donde no hay respeto ni coincidencias. Lo cierto que a esta altura del partido, cualquier persona madura sabe que por amor no se sufre. Solamente el desamor duele y deja una herida abierta por la que entran fantasmas, inseguridades y temores.
No podemos temer al amor. El miedo al rechazo o al sufrimiento o al compromiso mal entendido nos hace huir de él. En el mapa del alma cada uno ha creado sus programas mentales para tener esa relación agridulce con el amor, pero todos coincidimos en algo, todos podemos aprender a amar, o a amar de una forma sana. A veces basta con entender nuestro pasado, templar nuestro presente y crear nuestro futuro. Puede que en este San Valentin muchos descubran que lo que les hace bien es la soledad buscada.
Algunas personas tienen un temor exacerbado a la soledad y son capaces de aceptar cualquier cosa con tal de no estar solos. La realidad es que nadie nos enseña a amar y ser amados.
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