A veces nos toma de sorpresa. Hemos puesto muchas expectativas en una relación, en un trabajo, en un proyecto que ante la imposibilidad que eso se cumpla tal como soñamos, llega ella. La decepción trae consigo angustia, ansiedad, taquicardia y un nudo en la garganta, que ni el mejor vaso de agua fría calma ese dolor incendiario. Nos agarra desprevenidos. No siempre esperamos que ella llegue. Dentro de lo razonable, la lloramos y buscamos oídos y ojos amigos que nos brinden palabras de consuelo. Algunos recurren a nosotros, los psicólogos y coaches, nos piden un antídoto para aliviar ese dolor. No lo hay. El tiempo y el trabajo interior van a ir calmando ese estado fatal del espíritu. Lo cierto que ella llega como una catarata poblada de varias pérdidas, ciertas fatalidades, rupturas varias porque cada vez que alguien nos decepciona, vuelve nuestra historia a recordarnos que eso ya lo vivimos, ya lo sufrimos y volvimos a equivocarnos. Hay gente que lleva toda una vida decepcionándose y algunos le huyen tanto que buscan relaciones sin compromiso. Algunos hacen de ella un deporte. Están los que son expertos en decepcionar y los que deciden ser decepcionados en cada nuevo vínculo. Las mujeres que aman demasiado, esas que ya ilustró tan bien Robin Norwood en su best seller son esas que buscan siempre reformar, curar y estar en relaciones con hombres que no pueden amarlas porque no se aman ni a sí mismos. #amor #amardemasiado #RobinNorwood #relaciones #hombres #mujeres #autoestima #terapia #tristeza #emociones #decepción #inteligenciaemocional