El puro evangelio de Cristo es aborrecido por muchos y su predicación fiel es estorbada de muchas maneras. Pero los que prohíben que se le predique a los pecadores, a hombres muertos en pecados, no complacen con esto a Dios. Los que niegan la Biblia a la gente, tienen corazones crueles y son enemigos de la gloria de Dios, y de la salvación de su pueblo.