Debemos creer firmemente la segunda venida de Cristo, pero los tesalonicenses estaban ante el peligro de cuestionar la verdad o certeza de la cosa misma por estar equivocados en cuanto al tiempo. Las doctrinas falsas son como los vientos que mueven el agua de aquí para allá e inquietan la mentes de los hombres que son tan inestables como el agua. Basta con que nosotros sepamos que nuestro Señor vendrá y recogerá a todos sus santos a Él.